El fundador del taller
Buscando nuevos horizontes para la gaita asturiana.
Alberto Fernández Velasco, (1942 - 2011): Gaitero aficionado en sus inicios y ebanista de profesión, descubrió su verdadera vocación como constructor de gaitas tras años de experiencia profesional en otros ámbitos. En 1979 construye su primera gaita a partir de un modelo tradicional del artesano Antón de Cogollo, que usara Rogelio Rea Villazón, el gaitero de Arroes y que fuera propiedad de un amigo suyo. Tras cosechar gran éxito en el encuentro de artesanía de la feria de la Ascensión de Oviedo del año siguiente, Alberto se sintió animado a intentar mejorar el instrumento. Pese a las críticas en contra, por parte de quienes preferían no modificar la gaita asturiana para su evolución, hizo caso de su propio criterio y comenzó intensas tareas de investigación, centradas en la búsqueda de mejoras tímbricas y tonales. En esta fase examinó modelos de gaitas antiguas construidas por los grandes artesanos de antaño, como la familia Antón de Cogollo, Solares, Marcelo Fresno, Manolín de la Carrera, José La Piedra, el gaitero de Margolles, etc. Dicha investigación la concluyó con la fabricación de varios prototipos que aunaban las primeras modificaciones sonoras, con el respeto al peculiar timbre que define la esencia del sonido de la gaita asturiana. En opinión de los gaiteros más representativos de la época, Alberto había conseguido perfeccionar la sonoridad de los distintos tipos de gaitas asturianas (grilleras, redondas y tumbales), ciñéndolas a escalas diatónicas precisas. Desde entonces, se inició en Asturias una nueva etapa en la que se fue dejando de nombrar los diferentes tipos de gaita por la longitud total de los punteros, (de 31, 32, 33 cm, etc.), para empezar a distinguirlas por la nota musical que da nombre a la tonalidad fundamental: Re natural, Do sostenido, Do natural, Si natural y Si bemol. Con su nuevo sistema de construcción el artesano logró producir gaitas afines entre sí. Es decir, gaitas que reunían las condiciones musicales necesarias para sonar conjuntamente. Esta afinidad fue la que a principios de los años 80 permitió la aparición de las primeras grandes agrupaciones de gaitas en Asturias. Una de ellas liderada por Una de ellas, liderada por Xuacu Amieva y con instrumentos de Alberto, consiguió en el año 1982 el primer premio en el concurso de Charangas de Oviedo. Gracias a su alta calidad musical, estas nuevas gaitas empezaron a ser las idóneas para ser utilizadas como instrumentos solistas de alto nivel. En manos de los grandes gaiteros de las décadas 80 y 90, contribuyeron al resurgimiento folclórico del instrumento y al reconocimiento profesional de la figura del gaitero. El Festival Intercéltico de Lorient tuvo mucho que ver en ello. Ya en los años 90, y paralelo al boom social y profesional que experimentó la gaita en Asturias, Alberto consideró necesario seguir desarrollando gaitas más evolucionadas. Con dedicación y paciencia, logró crear un primer prototipo de gaita cromática en Do con octava y media de extensión. Tras añadirle un ronquín y perfeccionar el puntero consiguió aumentar su extensión hasta las dos octavas cromáticas. Por recomendación de los responsables de la Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del Principado de Asturias de la época, este prototipo en manos de su hijo, el maestro gaitero Berto Varillas, fue sometido a valoración en el Conservatorio Superior Eduardo Martínez Torner de Oviedo, en cuyo informe técnico se hizo especial mención a su “excelente calidad de sonido” y se puso de relieve las sensibles mejoras aportadas por el artesano al tradicional instrumento, abriendo nuevas vías de desarrollo y evolución. De esta forma, la gaita cromática se convirtió en 1993 en el instrumento protagonista del Concierto del Día de Asturias. Para la ocasión, la gaita solista estuvo arropada por la orquesta sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) , bajo la dirección del maestro Antón García Abril. Un año más tarde, y de nuevo en manos de su hijo, la gaita cromática se acompañó de la OSPA y del Coro de la Asociación de Amigos de la Ópera para la grabación de un disco único en su género, “Día de Fiesta n’Asturies”. En dicho trabajo discográfico el instrumento mostraría todas sus posibilidades musicales de un altísimo nivel y recibiría críticas muy elogiosas. Ajeno a la excesiva mecanización del oficio y centrado en el desarrollo de nuevas líneas de investigación que contribuyeran a mejorar y a potenciar las cualidades de la gaita asturiana, Alberto Fernández Velasco nunca descuidó la producción artesanal de su taller, al que han ido llegando multitud de pedidos de diferentes partes del mundo.

Por

ese

buen

hacer

a

lo

largo

de

varias

décadas

de

oficio,

son

muchas

las

personas

que

coinciden

en

que

es

un

privilegio

tener

una

gaita

suya,

y

los

que

a

las

claras

dicen

que

los

instrumentos

de

Alberto

por

su

calidad

tímbrica

y

tonal

son

auténticos

Stradivarius.

2020 - Gaitas ALBERTO FDEZ. Caleya de Carcedo 83, Santurio 33394 - Gijón - España  (+34) 639 82 12 03
El fundador del taller
Buscando nuevos horizontes para la gaita asturiana.
Alberto Fernández Velasco, (1942 - 2011): Gaitero aficionado en sus inicios y ebanista de profesión, descubrió su verdadera vocación como constructor de gaitas tras años de experiencia profesional en otros ámbitos. En 1979 construye su primera gaita a partir de un modelo tradicional del artesano Antón de Cogollo, que usara Rogelio Rea Villazón, el gaitero de Arroes y que fuera propiedad de un amigo suyo. Tras cosechar gran éxito en el encuentro de artesanía de la feria de la Ascensión de Oviedo del año siguiente, Alberto se sintió animado a intentar mejorar el instrumento. Pese a las críticas en contra, por parte de quienes preferían no modificar la gaita asturiana para su evolución, hizo caso de su propio criterio y comenzó intensas tareas de investigación, centradas en la búsqueda de mejoras tímbricas y tonales. En esta fase examinó modelos de gaitas antiguas construidas por los grandes artesanos de antaño, como la familia Antón de Cogollo, Solares, Marcelo Fresno, Manolín de la Carrera, José La Piedra, el gaitero de Margolles, etc. Dicha investigación la concluyó con la fabricación de varios prototipos que aunaban las primeras modificaciones sonoras, con el respeto al peculiar timbre que define la esencia del sonido de la gaita asturiana. En opinión de los gaiteros más representativos de la época, Alberto había conseguido perfeccionar la sonoridad de los distintos tipos de gaitas asturianas (grilleras, redondas y tumbales), ciñéndolas a escalas diatónicas precisas. Desde entonces, se inició en Asturias una nueva etapa en la que se fue dejando de nombrar los diferentes tipos de gaita por la longitud total de los punteros, (de 31, 32, 33 cm, etc.), para empezar a distinguirlas por la nota musical que da nombre a la tonalidad fundamental: Re natural, Do sostenido, Do natural, Si natural y Si bemol. Con su nuevo sistema de construcción el artesano logró producir gaitas afines entre sí. Es decir, gaitas que reunían las condiciones musicales necesarias para sonar conjuntamente. Esta afinidad fue la que a principios de los años 80 permitió la aparición de las primeras grandes agrupaciones de gaitas en Asturias. Una de ellas, liderada por Xuacu Amieva y con instrumentos de Alberto, consiguió en el año 1982 el primer premio en el concurso de Charangas de Oviedo. Gracias a su alta calidad musical, estas nuevas gaitas empezaron a ser las idóneas para ser utilizadas como instrumentos solistas de alto nivel. En manos de los grandes gaiteros de las décadas 80 y 90, contribuyeron al resurgimiento folclórico del instrumento y al reconocimiento profesional de la figura del gaitero. El Festival Intercéltico de Lorient tuvo mucho que ver en ello. Ya en los años 90, y paralelo al boom social y profesional que experimentó la gaita en Asturias, Alberto consideró necesario seguir desarrollando gaitas más evolucionadas. Con dedicación y paciencia, logró crear un primer prototipo de gaita cromática en Do con octava y media de extensión. Tras añadirle un ronquín y perfeccionar el puntero consiguió aumentar su extensión hasta las dos octavas cromáticas. Por recomendación de los responsables de la Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del Principado de Asturias de la época, este prototipo en manos de su hijo, el maestro gaitero Berto Varillas, fue sometido a valoración en el Conservatorio Superior Eduardo Martínez Torner de Oviedo, en cuyo informe técnico se hizo especial mención a su “excelente calidad de sonido” y se puso de relieve las sensibles mejoras aportadas por el artesano al tradicional instrumento, abriendo nuevas vías de desarrollo y evolución. De esta forma, la gaita cromática se convirtió en 1993 en el instrumento protagonista del Concierto del Día de Asturias. Para la ocasión, la gaita solista estuvo arropada por la orquesta sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) , bajo la dirección del maestro Antón García Abril. Un año más tarde, y de nuevo en manos de su hijo, la gaita cromática se acompañó de la OSPA y del Coro de la Asociación de Amigos de la Ópera para la grabación de un disco único en su género, “Día de Fiesta n’Asturies”. En dicho trabajo discográfico el instrumento mostraría todas sus posibilidades musicales de un altísimo nivel y recibiría críticas muy elogiosas. Ajeno a la excesiva mecanización del oficio y centrado en el desarrollo de nuevas líneas de investigación que contribuyeran a mejorar y a potenciar las cualidades de la gaita asturiana, Alberto Fernández Velasco nunca descuidó la producción artesanal de su taller, al que han ido llegando multitud de pedidos de diferentes partes del mundo.

Por

ese

buen

hacer

a

lo

largo

de

varias

décadas

de

oficio,

son

muchas

las

personas

que

coinciden

en

que

es

un

privilegio

tener

una

gaita

suya,

y

los

que

a

las

claras

dicen

que

los

instrumentos

de

Alberto

por

su

calidad

tímbrica

y

tonal

son

auténticos Stradivarius.

Caleya de Carcedo 83, Santurio 33394 - Gijón - España  (+34) 639 82 12 03