El
componente
acústico
de
los
instrumentos
musicales
es
como
el
ADN
de
las
personas.
La
suma
de
sus
diferentes
parámetros
y
en
su
grado
óptimo,
consigue
que
a
juicio
de
oídos
experimentados,
se
diferencie
la
calidad
sonora
de
unos
instrumentos
respecto
a
otros
de
la
misma familia.
La
sonoridad
de
las
gaitas
ALBERTO
FDEZ
,
es
el
reflejo
de
las
investigaciones
que
mi
padre
realizó
sobre
una
gran
variedad
de
antiguas
gaitas,
construidas
por
artesanos
que
desarrollaron
su
labor
en
Asturias
en
la
segunda
mitad
del
siglo
XIX
y
a
lo
largo
del
siglo
XX.
De
alguna
de
esas
investigaciones
guardo
incluso
yo
el
recuerdo
de
la
época,
cuando
siendo
niño
le
acompañaba
en
alguna
de
esas
sesiones.
De
otras,
conservo
lógicamente la documentación archivada por él.
De
la
revisión
y
análisis
de
dicho
archivo,
y
al
margen
de
las
cuestiones
técnicas,
es
de
justicia
ensalzar
la
labor
de
una
gran
parte
de
aquellos
artesanos.
De
Manuel
Álvarez
y
Antón
Álvarez
Vega,
de
Cogollo
(Las
Regueras),
que
en
general,
sus
gaitas
lucían
una
manufactura
impecable
y
una
tímbrica
espectacular.
Especialmente
en
las
notas
graves
de
los
punteros;
de
José
La
Piedra
(de
Mieres),
que
creó
un
estilo
en
la
construcción
de
los
roncones
tumbales
o
graves;
también
de
Marcelo
del
Fresno
(de
Oviedo),
por
la
homogeneidad
de
los
diferentes
modelos
que
tuvo
la
ocasión
de
examinar.
Quizás
tuviera
algo
que
ver
-por
lo
que
decían
algunos
coetáneos
suyos-,
el
que
también
fuera
un
buen
gaitero
que
empayuelaba
muy
bien
las
gaitas;
de
Antonio
Solares
“El
Sebrayu”,
cuyos
punteros
destacaban
por
su
buena
sonoridad,
especialmente,
de
las
notas
de
la
mano
izquierda.
Cómo
oí
decir
a
José
Remis
Ovalle
“El
Gaitero
mayor”
en
una
de
las
clases
magistrales
que
tuve
la
suerte
de
recibir
de
él,
allá
en
el
verano
de
1984:
La
gaita
ideal
de
esta
época
sería
la
construida
conjuntamente
por
el
Cogollo
y
Sebrayu.
Del
primero,
por
la
buena
sonoridad
de
las
notas
de
la
mano
derecha
de
sus
punteros,
y
del
segundo,
por
el
buen
sonido
de
las
de
la
izquierda;
de
Fermín
de
Lada,
por
lo
bien
que
sonaban
especialmente
sus
gaitas
grilleras;
de
Agapito
Pombo
(Caborana)
cuyas
gaitas
redondas
corroboraban
la
buena
tímbrica
de
las
gaitas
de
Antón
de
Cogollo;
de
Francisco
Glez
“Pachu
el
de
Turón”,
que
destacaba
sobremanera
en
la
construcción
de
punteros
grilleros;
de
Manolín
de
la
Carrera,
que
conseguía
que
sus
roncones
tuvieran
gran
intensidad sonora.
En
conclusión,
de
la
revisión
de
la
labor
de
todos
ellos,
surgió
a
finales
de
los
años
setenta
la
documentación
técnica
necesaria
y
la
inspiración
para
que
mi
padre
concretara
y
diseñara
las
primeras
gaitas
que
fue
comercializando
en
el
taller.
Es
decir,
esa
primera
generación
de
gaitas
construidas a la vieja usanza, que tanto éxito comercial tuvieron y que siguen teniendo en el mercado de ocasión.
A
partir
de
mediados
de
los
ochenta,
y
dando
respuesta
a
las
necesidades
musicales
de
la
generación
de
jóvenes
gaiteros
de
la
época
-
entre
otros:
Xuacu
Amieva,
Pedro
Pangua,
Gustavo
Eguren,
José
Ángel
Hevia,
Tejedor,
Flavio
Benito,
Santi
Caleya,
José
Manuel
Fdez.
«Guti»
Eugenio
Otero,
etc.)
,
que
empezaron
a
exigir
la
afinación
como
parámetro
esencial
para
el
desarrollo
de
las
nuevas
necesidades
artísticas,
el
taller
siguió
ofertando
nuevas
evoluciones
de
gaitas
a
las
posteriores
generaciones
que
siguen
siendo
referentes
sonoros
hasta la actualidad.
Los
objetivos
que
actualmente
tiene
el
taller
ALBERTO
FDEZ
.
siguen
siendo
los
mismos
que
tuvo
desde
su
puesta
en
funcionamiento:
Ofrecer
gaitas
de
excelente
manufactura;
que
sean
fáciles
de
tocar
y
que
contribuyan
a
la
normalización
y
proliferación
del
instrumento
dentro
del
amplio
panorama
musical
actual.
Todo
ello,
sin
desvincularse
de
la
sonoridad
tan
característica
de
la
gaita
asturiana.
Es
decir,
esa cualidad que la hace sonar diferente del resto de las gaitas del mundo.
Diseño sonoro
Diego Pangua
Jordi Boltá
Algunos destacados gaiteros y gaiteras que han sido o son clientes del taller